Una oportunidad histórica
En los últimos días hemos visto como un movimiento liderado por estudiantes universitarias se ha tomado la agenda nacional. Un movimiento motivado principalmente por el establecimiento, en nuestras universidades, de una educación no sexista y el término y la condena social al acoso y la violencia sexual, pero principalmente por el respeto a la dignidad […]
En los últimos días hemos visto como un movimiento liderado por estudiantes universitarias se ha tomado la agenda nacional. Un movimiento motivado principalmente por el establecimiento, en nuestras universidades, de una educación no sexista y el término y la condena social al acoso y la violencia sexual, pero principalmente por el respeto a la dignidad e igualdad de género en todos sus aspectos.
Hace mucho tiempo que en nuestro país no se veía un movimiento estudiantil que gozara de la consecuencia, la pertinencia y la profundidad como el que estamos viendo hoy. Un movimiento que pretende modificar la cultura eminentemente machista con que hemos conducido nuestras relaciones sociales a lo largo de los años, no solo en nuestro país sino en el mundo entero.
El mundo académico no es la excepción, y no es de extrañar que sean justamente las estudiantes universitarias quienes hayan levantado su voz para terminar con la discriminación, el abuso, el acoso sexual y la educación sexista que ha imperando a través de todos estos años en nuestra sociedad.
El proceso de movilización es liderado por colectivos de mujeres que buscan principalmente que se reconozca y respete en las universidades su dignidad como estudiantes y como personas, que exista en las instituciones de educación superior mecanismos que protejan a las estudiantes de acoso sexual y del maltrato, y así dar el primer paso en la reivindicación de los derechos que todo ser humano, sin distinción de sexo, debe tener.
Sin lugar a dudas que las instituciones de educación superior tenemos reglamentos, protocolos y mecanismos para abordar las situaciones descritas anteriormente, pero claramente ellos no han dado cuenta de la profundidad del problema y no han sido efectivos en dar una solución acorde con la gravedad de la situación. Pero más que reglamentos y protocolos, que son indispensables, lo que necesitamos ahora, y estamos frente a una gran oportunidad para lograrlo, es el cambio de cultura en nuestras universidades y cómo influimos en un cambio de mentalidad en la sociedad.
Y aquí es donde debemos señalar que el cambio de cultura y mentalidad debe generarse tanto en hombres como mujeres, ya que ambos géneros tenemos el mismo grado de responsabilidad en la creación de una cultura del respeto a la dignidad humana, principal valor que debemos sustentar como sociedad.
La tarea no será fácil, años y siglos de una cultura machista permean nuestra sociedad, sin embargo llegó la hora de avanzar con fuerza y vigor, que seamos nosotros, actuales académicos y estudiantes, los protagonistas de este cambio en las universidades, ya que aquí es donde la discusión, el análisis y la capacidad de pensar reflexivamente se da con mayor pureza y donde históricamente se han generado los principales cambios sociales.
No siempre podemos decir que los movimientos estudiantiles tienen la legitimidad que todos quisiéramos, en este caso podemos decir con toda fuerza que este sí la tiene, que el cambio es necesario, que a partir de él podemos construir una sociedad mucho mejor, más equitativa, más solidaria, más integrada, en fin más feliz para todos, para nuestros hijos y las futuras generaciones.
Santiago González Larraín
Rector Universidad Central de Chile