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Conmemoramos, recordamos y luchamos

El Día de la Mujer Trabajadora es un día para conmemorar a las que lucharon por todas, pero que ya no están con nosotras y también para visibilizar, reflexionar y actuar sobre las desigualdades y violencias a las que enfrentamos como mujeres; el cansancio, el enojo y la rabia por lo vivido en nuestras trayectorias […]

Conmemoramos, recordamos y luchamos

El Día de la Mujer Trabajadora es un día para conmemorar a las que lucharon por todas, pero que ya no están con nosotras y también para visibilizar, reflexionar y actuar sobre las desigualdades y violencias a las que enfrentamos como mujeres; el cansancio, el enojo y la rabia por lo vivido en nuestras trayectorias por ser mujeres en distintos escenarios de la vida.

En el espacio público, la inseguridad permanente genera una carga mental y estrés adicional cada día. Desde la llamada entre amigas para avisar que llegamos bien, y que no fuimos abusadas en la micro, el metro, el Uber o el taxi; o la angustia que genera no tener ese llamado. La posibilidad de ser acosada, abusada o violada en Uber o taxi deriva en la obligación autoimpuesta de compartir el viaje en línea con el grupo familiar o una amiga por si algo pasa, no caminar por calles oscuras o solitarias; cuidar que mi forma de vestir no provoque a algún hombre que es incapaz de controlarse; cuidar que mis fotografías en redes sociales no vayan a ser publicadas en alguna página como nido.org. Si te vas de fiesta procurar que nadie le coloque algo a tu bebida o tomar de más para ‘exponerte’ a sufrir un abuso.

En el espacio laboral, escuchar que te acostaste o te acuestas con tus compañeros o con algún jefe para llegar al cargo que ocupas o para acceder a otro mejor; que te pagan y reconocen menos tu trabajo, que te falta carácter para ser jefa y que tu productividad laboral se ve afectada por la maternidad lo que no ocurre con los hombres y la paternidad.

En el espacio privado, las labores del hogar y de cuidado de niñas/os, personas mayores y enfermos es asumido por mujeres; no hay reconocimiento ni salario para el trabajo doméstico; la violencia física, psicológica y económica que limita la autonomía de las mujeres y muchas veces termina en femicidio, resultado de relaciones desiguales de poder donde lo femenino es lo inferior.

No es fácil vivir con esa carga mental en el día a día y con la sensación de inseguridad por ser mujer. En oposición a las experiencias más duras, también está la alegría de vivenciar una época de cambios en relación a los derechos de las mujeres, de generaciones más jóvenes  que sacan la voz y de más sororidad entre nosotras. En el que cada día se suman más compañeras de lucha y juntas decimos basta, ni una menos, no más violencia, no más patriarcado, porque nunca antes el 08 de marzo había sido tan importante y de la manera correcta.

Ana María Gutiérrez

Académica y encargada Unidad de Género y Diversidad, U.Central

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