Las mujeres, un motor histórico de las soluciones de vivienda y ciudad
El 72% de las personas beneficiarias que recibieron soluciones habitacionales durante el período 2011 – 2018 fueron mujeres. Las lideresas de cada una de las regiones y barrios del país han sido una pieza esencial para el funcionamiento de la política habitacional de los últimos años, y por qué no decirlo, de la historia completa. […]
El 72% de las personas beneficiarias que recibieron soluciones habitacionales durante el período 2011 – 2018 fueron mujeres. Las lideresas de cada una de las regiones y barrios del país han sido una pieza esencial para el funcionamiento de la política habitacional de los últimos años, y por qué no decirlo, de la historia completa.
Las cifras del déficit habitacional son conocidas y dolorosas. Miles de mujeres se han seguido organizando en su comunidad con la convicción intacta, y con sentido de urgencia para alcanzar su vivienda y lograr una mejor calidad de vida para ellas y sus familias. Esas mujeres dirigentas, que además de ser agentes transformadores de sus entornos y redes, aprenden, toman responsabilidades en las gestiones necesarias para acceder a un subsidio y mantienen el seguimiento constante en el complejo y largo desarrollo de un proyecto habitacional.
No conformes con solo un reconocimiento, ellas deben contar con los espacios necesarios que les permitan incidir en el proceso de su vivienda, barrios y ciudades. Como participantes activas en la construcción de sus territorios para fortalecer sus redes y construir una cotidianidad cercana y segura. Para ello, es fundamental mejorar las condiciones urbanas de los nuevos proyectos habitacionales y adaptar las normativas de vivienda con un enfoque de género, que consideren en el diseño y el proceso las dinámicas de cambios en el núcleo familiar, las labores de cuidado y la organización del trabajo doméstico, sin perder los avances alcanzados hasta ahora por la política pública.
Pero como sabemos, la lucha de estas mujeres no culmina con la entrega de su vivienda, sino que continúa con el mejoramiento de sus barrios y entorno, así como con la búsqueda de recursos para tener más y mejores espacios comunes. Las mujeres siguen organizando instancias para recaudar fondos para personas de su comunidad que se encuentran con problemas de salud, generando redes de apoyo para mujeres víctimas de violencia de género, entre tantas otras urgencias comunitarias, debiendo compatibilizarlo muchas veces con su trabajo remunerado, estudios y/o el cuidado de su familia.
Por todas estas razones, como sociedad debemos promover la equidad, tanto en la construcción de viviendas como en la distribución de roles de cuidado, y en el fortalecimiento de las copropiedades y agrupaciones vecinales, velando que no recaiga todo el peso en los hombros de las mujeres.
Quienes desde la sociedad civil y entidades desarrolladoras somos parte de la implementación de políticas habitacionales y de ciudad, debemos aportar a resignificar la vida cotidiana de las mujeres, otorgando un espacio donde puedan ser y sentirse parte de las soluciones, viéndose reflejadas y reconocidas sus necesidades. Esto, con el propósito de romper, de una vez por todas, con las barreras de la desigualdad, quedando no solo relegadas a lo privado, sino que para disfrutar de los beneficios de la ciudad y participar más fuertemente de lo público.