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Personas mayores: El derecho a aprender no se jubila

Por: Samuel Erices
Académico de Trabajo Social de la U.Central

Personas mayores: El derecho a aprender no se jubila
Samuel Erices 3 septiembre, 2025

El Observatorio del Envejecimiento UC-Confuturo señala que, entre 2013 y 2024, la matrícula de personas mayores de 50 años en educación superior aumentó un 157%, pasando de 10.494 a 26.952 estudiantes. De este total, un 42,3% cursa estudios en institutos profesionales y un 27,9% en universidades privadas.

Avanzar hacia un modelo de aprendizaje a lo largo de la vida exige programas más flexibles, becas diseñadas para este grupo, modalidades híbridas y planes de estudio inclusivos. Hoy, las universidades no solo forman a jóvenes; es por ello que deben reconocer que la curiosidad y la capacidad de aprender acompañan a las personas.

Integrar plenamente a las personas mayores en la educación superior constituye una estrategia clave para el desarrollo social, cultural y económico. En un país que envejece aceleradamente, es inviable proyectar un futuro sostenible si se mantiene la idea de que la universidad es un espacio exclusivo de las primeras etapas de la adultez.

Si bien resulta legítimo proyectar la mirada hacia el futuro, es igualmente urgente atender al presente. La educación superior tiene la responsabilidad de acompañar a quienes, en etapas avanzadas de su vida, siguen buscando aprender y aportar. Reconocer su dignidad y valorar sus experiencias transforma a la universidad en un espacio de encuentro intergeneracional, donde la memoria y la innovación se combinan para enriquecer la vida académica y social.

Otro ámbito fundamental es repensar la docencia, desplegar estrategias de apoyo específicas y asumir que la diversidad etaria es una dimensión esencial de la inclusión. La presencia de personas mayores en las aulas no solo abre oportunidades personales, sino que también amplía la riqueza de las discusiones y suma perspectivas históricas y vitales al debate académico.

Abrir la universidad a las personas mayores no es un gesto simbólico, sino una apuesta transformadora, Redefinir la relación entre envejecimiento, conocimiento y ciudadanía. Comprender que el aprendizaje a lo largo de la vida fortalece la democracia, impulsa la economía y enriquece la cultura es el primer paso para construir una sociedad que reconoce el valor de todas sus generaciones y proyecta un futuro compartido, sin exclusiones.

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