El injusto camino de Aula Justa
Tristeza y preocupación. Eso genera la nueva ‘iniciativa’ educativa, aula justa, que busca ‘perfeccionar’ el sistema de admisión escolar, lo que claramente no persigue una mejora sustantiva en nuestra educación escolar profundamente maltratada. Las propuestas de mejora han sido variadas; Inclusión de niños transgénero, ley de carrera docente, ley de inclusión, modificaciones curriculares, entre otras. […]
Tristeza y preocupación. Eso genera la nueva ‘iniciativa’ educativa, aula justa, que busca ‘perfeccionar’ el sistema de admisión escolar, lo que claramente no persigue una mejora sustantiva en nuestra educación escolar profundamente maltratada.
Las propuestas de mejora han sido variadas; Inclusión de niños transgénero, ley de carrera docente, ley de inclusión, modificaciones curriculares, entre otras. Las ideas han sido muchas, pero los resultados pocos.
Cuando se espera reponer los criterios de selección escolar para que los llamados liceos de excelencia puedan disponer de mecanismos para la selección de sus estudiantes, nos encontramos con una medida que segrega, margina y excluye a los estudiantes.
La iniciativa original que eliminaba dicha selección pretendía la construcción y generación de un espacio pedagógico diverso, inclusivo y sinérgico, pues ampliaba las posibilidades para todos los niños y niñas de acceder a un sistema educacional en el cual pudiesen desarrollar al máximo sus capacidades, de eso queda poco.
Ahora se abre el camino para que los ‘mejores’ estén con los ‘mejores’, los liceos puedan escoger a los que quieren y con los que puedan trabajar mejor, los otros niños y niñas que no han sido escogidos tendrán que ver donde estudiar. Esto no parece justo, humano, ni universal, más aun si se hace con dineros del estado que pertenece a todos los conciudadanos.
Efectivamente hay niños que no han tenido las posibilidades de desarrollo. Los motivos pueden ser múltiples, desde historia familiar, experiencias previas, hasta capacidades personales, pero olvidarlos o dejarlos sin esas posibilidades es lo que parece preocupante.
Al entender la educación como un derecho, el estado asegura que todos puedan hacer pleno uso de dicho derecho, y en consecuencia escoger libremente si lo ejercen en tal o cual establecimiento. Sin embargo, pareciese ser que el desarrollo de nuestros niños y niñas está en manos de las instituciones educativas, algo que resulta en retroceso.
Finalmente queda la duda sobre el concepto de colegio excelencia. ¿Fue realmente de excelencia si para alcanzar dicho estándar debe seleccionar a sus estudiantes y no es capaz de promoverlos?
Daniel Sánchez
Académico Facultad de Ciencias Sociales, U.Central