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Determinantes de la Inversión en Economías en Desarrollo: El Caso de Chile

Por: Francisco Castañeda / Académico y Economista
Universidad Central de Chile

Determinantes de la Inversión en Economías en Desarrollo: El Caso de Chile

La inversión, entendida como la formación bruta de capital fijo (FBCF), es un componente clave del crecimiento económico sostenible, especialmente en economías en desarrollo como la chilena. La FBCF refleja la adquisición de activos fijos, como maquinaria, infraestructura y tecnología, que aumentan la capacidad productiva de un país. Diversos factores inciden en las decisiones de inversión, abarcando desde variables macroeconómicas hasta elementos institucionales y estructurales. Aquí en forma muy breve analizamos los principales determinantes de la inversión en Chile, poniendo énfasis en su carácter de economía en desarrollo con alta apertura comercial y un sistema financiero relativamente sofisticado, pero con desafíos estructurales persistentes.

Entre las principales variables macroeconómicas que afectan a la inversión se encuentran: I) las tasas de interés reales que inciden directamente en el costo del capital de las empresas. Cuando las tasas son elevadas, el financiamiento se encarece, lo que tiende a reducir la inversión privada, especialmente la de largo plazo. En Chile, la política monetaria del Banco Central ha logrado mantener la inflación bajo control, pero en escenarios de incertidumbre global o presiones inflacionarias internas, los aumentos en la tasa de interés han tenido efectos contractivos sobre la inversión. Otra variable clave es II) el tipo de cambio, el que puede incentivar la inversión en sectores transables, como minería o agroexportaciones. No obstante, la volatilidad cambiaria tiende a desalentar la inversión al aumentar la incertidumbre sobre los retornos futuros (empresarios “invierten menos”). En el caso chileno, la flotación cambiaria ha permitido absorber shocks externos (si el país tiene un shock negativo en los términos de intercambio, por ejemplo, una caída importante en el precio del cobre, el tipo de cambio se deprecia o devalúa para corregir el shock de ingresos). III) Las expectativas de crecimiento juegan un rol fundamental; así una mayor demanda esperada induce a las empresas a expandir su capacidad productiva En Chile, la correlación entre crecimiento del PIB e inversión ha sido consistente, aunque la sensibilidad ha disminuido en los últimos años por factores estructurales y políticos (OCDE, 2020).

IV) El ahorro nacional es otra variable crítica, dado que permite financiar inversión sin recurrir a deuda externa o flujos de capital volátiles. Aunque Chile presenta una tasa de ahorro relativamente alta en comparación con otros países de América Latina, el ahorro privado ha mostrado una tendencia decreciente desde 2015.

También afectan la inversión los V) factores estructurales e institucionales como la estabilidad política (a propósito de la actual fragmentación del sistema político), la seguridad jurídica y la protección de la propiedad, y la corrupción y exceso de burocracia (la llamada permisología).

Otro grupo de variables que tienen incidencia en la inversión de los países es VI) la productividad del capital; esto es la eficiencia con que se emplea el capital en la economía (capital asignado al sector privado y al sector público). VII) La apertura al comercio y la competencia internacional pueden fomentar la inversión al impulsar mejoras en productividad y acceso a mercados.

VIII) El contexto social es cada vez más relevante para la inversión. En economías emergentes, la percepción de gobernabilidad y estabilidad es esencial para mitigar riesgos. Chile ha vivido tensiones sociales crecientes, lo cual ha afectado la inversión en sectores como inmobiliario y retail. IX) En cuanto a la coherencia en la política económica, especialmente en infraestructura, energía y digitalización, esta impacta directamente la inversión. Iniciativas como el Plan Nacional de Inversiones en Infraestructura Logística o el fomento a las energías renovables han generado efectos positivos en la inversión.

X) Inversión extranjera directa (IED)

La IED representa una fuente importante de capital en economías como la chilena. Esta inversión no solo aporta financiamiento, sino también tecnología, know-how y acceso a redes globales. Chile ha mantenido niveles sostenidos de IED, especialmente en minería, energía y telecomunicaciones. Sin embargo, la dependencia de financiamiento externo también implica vulnerabilidad. Cambios en tasas de interés internacionales o percepción de riesgo país pueden generar salidas abruptas de capital que afecten la inversión doméstica. Esto se observó durante la pandemia de COVID-19 y en episodios de incertidumbre política.

Como una tendencia que se arrastra desde la década pasada, es cada vez más importante la Innovación, la sostenibilidad y la transición energética

XI) Inversiones Verdes: Los nuevos determinantes incluyen la creciente presión por inversiones sostenibles. Chile ha sido líder en energías renovables en América Latina, lo que ha generado flujos de capital hacia energías limpias, hidrógeno verde y eficiencia energética

XII) Innovación y capital humano: La inversión en I+D, formación de capital humano avanzado y digitalización también son determinantes emergentes. Países en desarrollo que logran conectar inversión con innovación generan un círculo virtuoso de crecimiento En este sentido, el desafío para Chile está en mejorar la articulación entre empresas, universidades y Estado. Aun el gasto en innovación en R&D es bajo para el promedio OCDE.

Como resumen, mirando los datos, la FBCF ha tenido una variación hasta ahora más bien plana, lo que deteriora la capacidad de crecimiento de la economía. El 2024 tuvo una variación negativa de 1,4% respecto al año anterior y para el 2025 se espera un comportamiento moderadamente positivo. Ha habido un evidente aumento de costos para las empresas que le quitan rentabilidad a los proyectos, sumado a los problemas de seguridad por los que atraviesa el país. No obstante, debido a la transición energética y sumado a la adopción de marcos regulatorios adecuados, se ha materializado un boom de inversión en energías renovables. Con respecto a la minería, dada su importancia en las exportaciones y en el PIB (aprox. 12% del PIB sectorial), el incremento de la inversión extranjera en minería es una señal de confianza, sólo una parte aumenta la capacidad de crecimiento de la economía y genera empleos. La mitad corresponde a participaciones en el capital de empresas mineras extranjeras en Chile (y así tener capacidad de influir en la estrategia de las empresas mineras) y la otra mitad se reparte en reinversiones de utilidades (lo cual es positivo para el empleo) y en deuda relacionada.

Pero aún hay dilemas a resolver. La actual reforma tributaria proyectada (bajar impuestos corporativos y subir impuestos a los dividendos) tiene impactos en la inversión, del mismo modo que el alza de aranceles de Trump tensiona al mundo desarrollado y en desarrollo obligándolos a máxima cautela en cuanto a sus proyecciones económicas. Del mismo modo, es necesario tener un Estado más ágil, que pueda capturar el sentido común de la población en cuanto a satisfacer en una amplia geografía las necesidades sociales urgentes de la población partiendo por la seguridad, además de temas de salud, educación y vivienda. En esta línea respecto a los proyectos de inversión, se requiere hacer más expedito su aprobación o rechazo dada la normativa ambiental, la que debe tener reglas claras, no dejando espació al poder discrecional de la burocracia de turno. También la crispación en el ambiente político requiere una reforma profunda para dar estabilidad a la política y a la economía, condición sine qua non para avanzar a estadios de desarrollo más avanzados.

Finalmente, haciendo un poco de historia, los tigres asiáticos (Corea del Sur, Taiwan, Singapur y Hong Kong) tuvieron altas tasas de inversión para poder generar un crecimiento acelerado, además de otras políticas industriales incluyendo un fuerte gasto en innovación y tecnología. Mirando el caso de Corea del Sur, entre 1970 y 1980 tuvo tasas de inversión entre 30% y 35% del PIB, alcanzando el 39% en algunos años en la década del 80. Del mismo modo la tasa de crecimiento del PIB de Corea del Sur bordeaba el 10% anual antes de la crisis asiática (1997-1998). Para el caso chileno, actualmente la tasa de inversión sobre el PIB es 23%-24% y más bien ha tenido un comportamiento plano en los últimos años. Queda un largo camino aun por recorrer que abarca la política, la educación, la seguridad, la inclusión, la tecnología, el desarrollo regional, entre otros bienes públicos cuyo financiamiento a largo plazo debe ser sustentado por un crecimiento económico vigoroso.

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