Chile no es candidato en la Copa América y esa es una ventaja
No es pesimismo y tampoco una crítica al entusiasmo patriótico que pueda producir la algarabía de una nueva edición de la máxima cita americana, que hoy se viste más continental que nunca con la incorporación de los países del norte. Todo lo contrario, es asumir la pérdida de relevancia sufrida a raíz de los pésimos […]
No es pesimismo y tampoco una crítica al entusiasmo patriótico que pueda producir la algarabía de una nueva edición de la máxima cita americana, que hoy se viste más continental que nunca con la incorporación de los países del norte. Todo lo contrario, es asumir la pérdida de relevancia sufrida a raíz de los pésimos procesos de los últimos años, pero también la gran oportunidad que entrega a Chile una ventaja contundente e inesperada en la Copa América.
Nos bajaron del cielo
Los candidatos son claros: Uruguay, Argentina, Colombia, y por más irregular que venga, un Brasil que, al menos por respeto, jamás puede dejar de nombrarse al contar con un plantel repleto de estrellas. Mientras que Chile todavía se encuentra muy lejos de ellos dentro de la mirada popular, y con justas razones.
Tal como indicó en su columna el profesor y periodista Juan Francisco Ortún, ya no somos favoritos, y en gran medida debemos esto a la falta de un proyecto deportivo que asegure la perpetuidad de los procesos de éxito en el deporte chileno. Atrás quedó el prestigio de un plantel nacional mayoritariamente presente en las grandes ligas, hoy aplaudidos más por su legado que su presente, y las leyendas de la nueva generación no han aparecido… todavía.
Jugadores como Víctor Dávila, quien se robó las miradas con su fantástica actuación ante Paraguay, doblete incluido, no comenzaron su carrera este mes, todo lo contrario, venían cimentando su camino hace años, pero la falta de oportunidades en La Roja, asignándole funciones que no se ajustaban a sus características y brindándole escasos minutos ocasionales, llevaron a que fuera casi un desconocido para los hinchas y no contara con una plataforma para despegar marketeramente hacia destinos más relevantes.
Así existen multitud de casos. Jugadores había, pero sus procesos de crecimiento se vieron truncados, no hubo acompañamiento, se optó por, como explica Johan Cruyff, la “generación espontánea”, dejando prácticamente a la suerte la consolidación de nuevas figuras por obra del destino, en lugar de formar y conducir al recambio. Uno que, por lo demás, no llevaba ni pies ni cabeza, persiguiendo renovación generacional para jugadores que seguían en Europa, como Claudio Bravo, por encima de los que ya estaban de regreso, y por lo demás, buscando ese “recambio” en futbolistas que bordeaban los 30 años, como asumiendo que la longevidad competitiva de los dorados fuera una constante normal en lugar de una genialidad inusual.
Además, varios de los jugadores por los que se optaba como recambio, pese a tener óptimos rendimientos en sus clubes, no se adaptaban en la selección o eran crucificados por la hinchada al primer error, al punto que los ‘hinchas’ repletaban las redes sociales con comentarios negativos sobre los chilenos cada vez que recibían reconocimientos por parte de sus equipos, ligas o medios internacionales, algo que no sufrieron solo los nuevos rostros de la Roja, sino también algunos dorados.
Todo esto nos sacó de las grandes vitrinas. Perdimos relevancia y hoy, con una mezcla entre veteranos y “desconocidos” para la mirada internacional, Chile está lejos de ser considerado un candidato. Sin embargo, en este caso particular puede resultar una ventaja competitiva.
Renaciendo con el ‘Tigre’
La llegada de Gareca llevó a que La Roja comenzara a realizar un trabajo que prácticamente no se había ejecutado durante 6 años, salvo, quizás, por los intentos de Martín Lasarte de incorporar nuevos nombres a pesar de ser lanzado a los leones en medio de las clasificatorias y sin amistosos durante la mayor parte de su ciclo.
El ‘Tigre’ encontró rápidamente algunas figuras inéditas para la selección pero también consiguió incorporar a los que no se habían consolidado para darles un fantástico lavado de cara, llevándolos a mostrar un nivel mucho más alto, y que hacía más sentido con el rendimiento de estos jugadores en sus clubes.
Sus primeros amistosos fueron desafíos de primer nivel, ante una Albania que había ganado su grupo en clasificatorias a la Eurocopa, goleándolos 3-0, y luego haciendo partido frente a Francia con altísimos rendimientos que llevaron a anular durante la mayor parte del encuentro a Kylian Mbappé, quien es para muchos (y me incluyo) el mejor jugador del mundo.
En un nuevo amistoso, logró batir a Paraguay de manera contundente por otro 3-0, afianzando a un Dávila que llevaba años pidiendo, con grandes actuaciones en sus clubes, una oportunidad como esta.
El sueño de la revelación
Chile no es candidato pero puede ser cosa de tiempo. Es un equipo al alza, que en tres partidos lleva marcados la mitad de goles anotados durante toda la era Berizzo, en la que terminaron de acumular más de siete meses sin anotar, y que tiene la posibilidad de ir creciendo durante el campeonato en un grupo que no es sencillo, pero tampoco imposible de afrontar.
No, definitivamente Chile no es candidato, pero gracias al trabajo que está realizando Ricardo Gareca, sí puede convertirse en el equipo revelación. La escuadra que entregue un último baile de categoría a sus veteranos, quienes merecen cerrar su historia en grandes instancias, y una presentación a sociedad de los futbolistas que quieren comandar a la nueva generación.
Después de todo, los favoritismos poco importan una vez comenzados los torneos. La historia se escribe en cancha, y de la mano del proyecto Gareca, Chile cuenta con las herramientas para sorprender, aprovechar la acostumbrada mirada arrogante que caracteriza a las potencias del continente (y México), poniéndose a la altura de unos candidatos que enfrentarán a un elenco en transición, del que poco se puede proyectar.
Chile no es candidato, es una incógnita que tanto hinchas como rivales tendrán que ir conociendo paso a paso a lo largo de los partidos de la próxima Copa América, pero sí puede transformarse en una revelación que sorprenda al fútbol y sea verdadero animador de la fiesta continental.