Cuando la solidaridad es noticia
Por: José Miguel Infante Sazo
Director Carrera de Periodismo, U. Central
En Chile, la solidaridad no es solo un valor cultural, sino un dispositivo narrativo que activa y ordena la manera en que entendemos lo que ocurre y cómo actuamos frente a los grandes desafíos. Cada Teletón lo confirma, cada catástrofe lo recuerda y cada ayuda solidaria de miles de jóvenes lo transforma en sello. Cuando el país se enfrenta a un terremoto, a un incendio devastador o a un aluvión inesperado, los medios no solo informan daños y cifras, buscan de inmediato los gestos que restauran el sentido de comunidad y fraternidad. La noticia sirve, entonces, como elemento catalizador que articula la ayuda para quienes la necesitan y, al mismo tiempo, moviliza las redes de colaboración.
La Teletón, asimismo, instala la solidaridad como ritual de unidad. No nace de la disrupción, sino de una convocatoria emocional que mezcla espectáculo y compromiso. Expone historias y sensibilidades, con su capacidad para activar un relato país, donde la alteridad parece capaz de suspender, al menos temporalmente, las fracturas sociales que nos aquejan.
En estos escenarios la solidaridad opera como gramática nacional, como factor de la noticia, en un territorio que ha debido rehacerse una y otra vez, para actuar con templanza, pero firmeza frente a la adversidad. La ayuda mutua aparece como pilar de la primera reacción frente al desastre y como un gesto identitario en tiempos de calma. Los medios de comunicación generan interés y, a la vez, ofrecen un marco interpretativo que permite a las audiencias comprender un sentido trascendente y esperanzador de cómo hacer comunidad.
Sin embargo, la solidaridad también devela desigualdades, falencias estructurales y la fragilidad de las políticas públicas. A ello se suma la evidente interpelación cívica al mundo político sobre la sociedad que deseamos construir: unidos y en paz. Allí, residen entonces las características de la solidaridad como factor de la noticia, porque en Chile ayudar no es solo una acción, sino una manera de construir nuestro propio relato: contarnos quiénes somos, nuestras virtudes y sombras, nuestras falencias y dolores; pero igualmente capaces de levantar grandes obras que mejoren nuestro presente e impulsen un futuro mejor.