Los partidos hay que jugarlos
Las épicas semifinales de la UEFA Champions League dejaron una señal clara. Una máxima que se repite a lo largo de la historia, y que vuelve a imponerse en el deporte rey. Por más que los eruditos traten de demostrar su sapiencia futbolística, dando resultados por hechos con una autoridad propia de un Dios, pasando […]
Las épicas semifinales de la UEFA Champions League dejaron una señal clara. Una máxima que se repite a lo largo de la historia, y que vuelve a imponerse en el deporte rey.
Por más que los eruditos traten de demostrar su sapiencia futbolística, dando resultados por hechos con una autoridad propia de un Dios, pasando más allá del análisis a un vaticinio que otorgan de manera asegurada a favor de uno u otro equipo.
Todos, tanto ustedes queridos lectores, como yo, hemos entrado al clásico juego de dar los resultados que esperamos, en una suerte de «pollagol» improvisada entre amigos, o frente a un micrófono. El error está en pensar que nuestra opinión se impondrá en la cancha sin dejar espacio a las dudas.
“No, si el Barcelona de Messi”, “es que tienen al mejor del mundo”, “¡chisss! Si este equipo no tiene competencia”. Nada de eso vale. A la hora de entrar al campo de juego, cualquier análisis previo se vuelve solo un instante efímero. Quedó en el pasado, y desde que pita el árbitro, la historia real comienza a escribirse.
Ahí en el campo se enfrentan 11 contra 11, en un duelo preparado durante la semana con dos técnicos tratando de neutralizarse, y 22 interpretes tomando decisiones, siendo los artistas que nos deleitan a todos con la maravillosa obra del fútbol. Una pieza donde puede suceder todo, con variables infinitas.
Es esa música impredecible, que se construye minuto a minuto sobre la marcha, la que enamora a la gente del deporte. Lo que dijiste el jueves, a la hora del partido no tiene validez, ya quedó atrás, y solo queda disfrutar un encuentro donde todo puede pasar.
Una instancia donde pese a ganar 3-0 el primer duelo, te pueden remontar el segundo 4-0. Puedes estar goleando 150 minutos, y acabar perdiendo la serie. Incluso el futbolista más famoso del mundo puede caer contra aquellos que solo conocen los más fanáticos.
Ese deporte es el fútbol, un deporte en el que los partidos hay que jugarlos, y donde dentro de la cancha todo, absolutamente todo puede pasar.
Francisco Saavedra
Estudiante Periodismo Universidad Central de Chile