Los niños y adolescentes gamers son los más vulnerables a convertirse en adictos a los videojuegos, tras jugar excesivas horas y generar una necesidad incontrolable de permanecer en los aparatos. En la mayoría de los casos, los afectados no reconocen su trastorno.
Esta afección puede contraer consecuencias físicas, psicológicas, familiares y sociales en los jóvenes, así como aislamiento de su entorno directo, bajo rendimiento académico, dolores articulares, problemas de ira, insomnio, e inclusive priorizar el ocio por sobre sus necesidades diarias.
“Este trastorno deteriora la calidad de vida de quienes lo padecen, ya que es penetrante, persistente y permanente en sus vidas; especialmente cuando se intenta detener la situación adictiva”, explica el Dr. Alejandro Maturana, psiquiatra experto en adicciones de la clínica psiquiátrica del Hospital Universidad de Chile.
Las profesionalizaciones de los videojuegos y sus torneos mundiales conocidos como “eSports” alimentan aún más este fenómeno, convirtiéndose en una meta única de vida para algunos adolescentes.
La Organización Mundial de la Salud (OMS) reconoció en 2022 esta problemática como un “desorden de salud mental”, incluyéndola en la Clasificación Internacional de Enfermedades.
Ante esto, se recomienda establecer horarios de juego y combinar este tipo de entretención con otras actividades sanas, a su vez que, en casos severos de esta alteración, derivar a un especialista.
