¿Cuántas veces hemos escuchado que Chile es similar a un meme? Un meme, según la Real Academia Española de la Lengua es una “Imagen, video o texto, por lo general distorsionado con fines caricaturescos, que se difunde principalmente a través de internet”.
Bueno, en el último tiempo han pasado tantas situaciones que son difíciles de explicar y entender que cada día me convenzo que esa denominación es acertada.
Hace 5 años el país pedía cambios e igualdad de oportunidades, mejor acceso a salud y educación, más dignidad decía el eslogan. Había un ambiente de construir una nación más fraterna, pero después de muchos ires y venires, terminamos con la misma constitución del dictador y en un país mucho más caro que $30, menos digno, menos fraterno y con la sensación de ser más desigual.
Si bien algunos números indican que la inflación disminuyó en 2023 y que el producto interno bruto aumentó un poco, aún persisten otros indicadores preocupantes, donde la fuerza laboral femenina apenas supera el 50% y la brecha de sueldos promedia un 20% en desmedro de ellas.
Y qué decir de la distribución de la riqueza que cada vez está más atomizada. Pero más allá de la macroeconomía, vemos mayor comercio informal, precariedad laboral, sueldos bajos y un estado de ánimo adverso hacia el otro, hacia el vecino. Somos una sociedad que mira con desconfianza y que trata de sacar ventaja incluso ganando metros en las filas de los semáforos ¿Más fraternos, más solidarios, más respetuosos? Nada de eso se ve.
En otras materias, a nivel regional somos el segundo país menos corrupto después de Uruguay, pero a nivel mundial Chile cayó un lugar, en vez de nivelar hacia arriba, nivelamos hacia abajo. Y claro, no hay institución que se salve, donde el fraude al fisco se ve desde las fuerzas armadas y de orden, en las municipalidades del color que sea, ong´s como Democracia Viva y la clase política que se mueve al ritmo del abogadillo sin escrúpulos.
En la seguridad pública el panorama es preocupante cuando vemos que los homicidios aumentan cada año. Sin embargo, hay que ser justos y establecer que el 2023 disminuyeron, pero así y todo cada mañana al escuchar noticias existe algún caso que lamentablemente se nos hace parte del paisaje. Ojalá no nos deje de sorprender.
No me voy a detener acá porque estamos sobre informados en esta materia. Ahora bien ¿Por qué nos convertimos en meme? Porque nos creemos lo que no somos. Vendemos una imagen de país al borde del desarrollo, pero coexistimos con las mismas precariedades, carencias y necesidades de cualquier vecino latinoamericano.
Porque tenemos autoridades que se descalifican sin argumentos ni ideas. No dialogan, no construyen. Porque quisimos canonizar a un ex presidente que dijo que estábamos en guerra y que su curriculum empresarial tenía manchas indisolubles.
Si un día queremos ir al estadio, es probable que el partido de futbol se convierta en peleas de bandas rivales y no termine.
O de pronto conocemos a unas monjas que no son monjas y que dejan una maleta en la calle con un cadáver dentro ¿y qué hacemos? Llenamos de bromas la red digital.
También hemos creado un imaginario de ser un pueblo solidario e inclusivo, pero al día siguiente odiamos a los extranjeros. Acá estamos, en esta larga y angosta franja de memes y, cada uno, desde nuestras propias tribunas lo seguimos queriendo, viviendo, observando y contando, porque tal como reza una clásica frase caricaturesca ¡Somos el mejor país de Chile!