Pese a que nuestro país ha generado importantes avances en materia de opinión sexual, sigue persistiendo una escasa formación en nuestros estudiantes chilenos. Como profesores, hemos sido testigos con el paso del tiempo, cómo algunos conceptos se han ido incorporando y permiten hablar de ellos de manera fluída: ‘homosexualidad’, ‘transexualidad’, ‘preservativo’, ‘relación sexual’, por nombrar algunos. Sin embargo, aún continúan manifestándose conductas de riesgo, muchas de ellas, obedecen a la escasa preparación que poseen en términos de educación sexual.
Es por ello que las escuelas deben generar el espacio para entablar estos temas, no solo en asignaturas relativas a las ciencias (biología, por ejemplo). Es un asunto que debe ser abordado de manera transversal por la comunidad educativa en su totalidad: sostenedores, equipo directivo, docentes, asistentes de la educación, apoderados; con la simple finalidad de brindar el apoyo necesario a los estudiantes. No podemos ignorar que la realidad actual de nuestros estudiantes, requiere con urgencia acciones efectivas de aprendizaje para la vida, las cuales incluyen hablar y educar en cuanto a sexualidad se refiere, abarcando a todos los sectores que componen un establecimiento educacional.
¿Cómo lo hacemos desde la escuela?; el área de convivencia escolar de los colegios debe contar con un profesional encargado de organizar las actividades (en conjunto con la comunidad escolar) a través de expertos externos; talleres con apoderados y estudiantes; ferias dedicadas al ámbito de la prevención sexual, etc.
Algo que hemos olvidado, contamos con el apoyo de redes externas al establecimiento: consultorios, CESFAM, carabineros, entre otras instituciones públicas que permiten generar alianzas con la escuela para la prevención. Podemos también recurrir a las Universidades, las cuales pueden prestar el apoyo por medio de académicos expertos en educación sexual.
Carlos Guajardo
Académico Facultad de Educación
Universidad Central de Chile