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Protagonistas de la misma historia

La última vez que subí algo a mi cuenta de Instagram Rincón Científico fue el 11 de noviembre, desde ahí en adelante no he sabido cómo encajar el papel del divulgador científico en el estallido social, que más bien es toda una revolución. De esas que veíamos venir, pero nunca creímos que estaría tan cerca. Justo a tiempo, como he escuchado en las calles.

Pensé en un momento en hablar sobre cómo los científicos vivimos una represión desde tiempos inmemoriales, pero parecía un poco sectorista aun cuando organicé cabildos y participé en otros de la misma índole; después se me ocurrió que podría hacer algún video explicando el efecto de las lacrimógenas en las personas o animales, sobre todo aves que han ido desapareciendo de Plaza Italia (o como quieran llamarle) lo cual habla de un cambio inminente en el comportamiento de la fauna. Así podría seguir y seguir: explicaciones de cómo sobrellevar los gases, de su química, de perdigones, en fin, muchas opciones,  pero nada parecía suficiente.

¿Estaría bien alzar mi voz como protagonista de una parte de la historia que parece tan alejada del resto de la sociedad? Comencé a cuestionarme incluso mi rol en todo el estallido. ¿Qué tiene que ver una mujer de ciencia hablando sobre algo que pareciera ser una cuestión social?

Ante esas preguntas es que fui apagándome de a poco. Entre líneas de metro cortadas, caminos interminables a casa, militares pidiéndome mi carnet para poder recorrer Paseo Bulnes, las calles donde vivo actualmente, entre injusticias, muertes, mutilaciones, odio, necesitaba alzar mi voz de alguna forma, pero ¿cómo?

Hablé con amigos de la misma índole sobre esto y la mayoría sentíamos lo mismo. Algunos habían optado por advertirle a la gente o escribir sobre qué manifestaciones se venían, sobre horarios de toque de queda, pero no parecía algo que yo quisiera ser.

Seguí así durante un tiempo hasta que un día, en Universidad de Chile, un chico se acercó a mí con su botella  agua con bicarbonato (gracias, ciencia) y sin preguntarme nada bañó mis ojos con esta mezcla para poder seguir mi camino. Él no me conocía y yo tampoco a él, pero eso no importaba en ese momento. Él me ayudó y estuvo conmigo. Acompañándonos, defendiéndonos. No me había dado cuenta del magnetismo, del poder que tenía todo el movimiento hasta ese momento en que Chile estaba unido por una misma causa.

Ahí comprendí que mi verdadero rol en lo que está ocurriendo en nuestro país no es del científico que solo habla de ciencia, es de la mujer de 26 que está descontenta de la misma forma que todo Chile. Es hablar sobre lo que me interesa, sobre lo que me parece meritorio hablar: sobre átomos, bacterias, animales, pero sin hacer vista gorda a los ojos caídos, a este odio que no acaba, aunque nos digan lo contrario. Es de la persona que está al lado de otra sosteniéndole su bandera sin saber su nombre, de recogerle el pañuelo caído, de marchar junto al otro ser humano lleno de tristeza, de rabia, pero con esperanza y fuerza.

Es que somos todos protagonistas de la misma historia. De este cambio que se está viviendo y que se sabe que ha sido tan significativo que le hemos dado el impulso a otros lugares de este planeta que hagan lo mismo, a movilizarse, a luchar a pedir aquello que siempre debimos tener.

Mi rol, mi papel es vivir el movimiento a pesar de lo que me dedico.

Y seguir, seguir con el resto hasta que la dignidad se haga costumbre.

María Paz Yurisch
Divulgadora científica

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