Dirigir es señalar y escoger una dirección. También es la capacidad de seguirla, no obstante los obstáculos que ofrezca. En esta conducción cuentan tres variables: la dirección o norte escogido, la dificultad del camino y la capacidad de conducción para sortear las dificultades previsibles del trayecto. Tres vértices de un sistema complejo que, con otras palabras, remiten al proyecto de Gobierno, la gobernabilidad y la capacidad de Gobierno. Estas tres variables —el triángulo de Gobierno— sintetizan un modelo muy simple propuesto por Carlos Matus, pero potente para entender el nuevo proceso de gobernar.
Tras 60 días de gestión gubernamental, la administración de Piñera comienza a evidenciar dificultades relacionadas con el control de las variables relacionadas con la gobernabilidad (coyuntura política), la capacidad de gobierno (capacidades de acción de su equipo de ministros) que son necesarias para hacer viable su proyecto gubernamental (programa). Lo que observamos es que, si bien se dispone de propuestas de acción que durante el segundo mes de mandato se expresaron en el impulso para avanzar en las instalación de las mesas de trabajo de Seguridad, Salud y la referida a la situación de La Araucanía, estas iniciativas nuevamente terminan cediendo su centralidad en la opinión pública a los problemas de la coyuntura, que están haciendo perder el control de la agenda y el diseño comunicacional predefinido y a cuyo libreto los actores gubernamentales debieran ajustarse.
El Presidente Piñera ha definido un conjunto de propuestas de acción que constituyen la hoja de ruta hasta el 2022 y que se complementa con la búsqueda de acuerdos nacionales de la llamada “segunda transición”. Sin embargo, los casos de nepotismo, la nueva temas de agenda del movimiento estudiantil —que irrumpió con las demandas por una educación no sexista— y los efectos del protocolo para la aplicación de la Ley de Aborto en Tres Causales, muestran cómo la coyuntura está desbordando el diseño comunicacional, dando cuenta del grado de aceptación o rechazo del proyecto de Gobierno y la capacidad de los actores sociales para respaldar con motivaciones favorables, adversas o indiferentes el programa. En los hechos las dificultades referidas a las posibilidades de acción —gobernabilidad— están deteriorando la capacidad de tomar decisiones. Lo anterior, le está restando energías al Gobierno para mantener el control de la agenda.
Junto a lo anterior, el equipo del gobernante —especialmente sus ministros— está mostrando dificultades de compatibilidad entre la capacidad personal e institucional. Son los conflictos de interés (familiares en el Gobierno), la falta de transparencia (reuniones ministro H. Larraín con Fiscal Nacional) y la desconexión con una cierta emoción ciudadanía —que cuestiona el doble estándar del ministro Felipe Larraín— del equipo de colaboradores del Mandatario, los que están tensionando las capacidades de acción del Gobierno.
La capacidad de Gobierno expresa la pericia para conducir, maniobrar y superar las dificultades del cambio propuesto, pero lo que observamos en el actual clima de opinión pública es que, no obstante el Ejecutivo contar con un diseño, el equipo gobernante parece estar teniendo dificultades para implementarlo, afectando con ello la eficacia directiva de la actual administración.
No cabe duda que la calidad de la gestión depende, entre otras cosas, de la capacidad de prever y preevaluar resultados. Si las metas propuestas que fundamenta el programa de Gobierno no son previsibles, todo el edificio de cálculo resulta muy débil. El desafío para el Presidente Piñera sigue siendo mejorar los problemas de (in)capacidad de Gobierno que están dificultando la necesaria articulación de las tres variables del triángulo gubernamental.
Marco Moreno
Decano Facultad de Gobierno
Universidad Central de Chile