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Olas de calor: ¿Cómo reducir sus riesgos en el trabajo?

Empezó la temporada de altas temperaturas, lo que pone nuevamente sobre la mesa la discusión sobre las olas de calor. En ese contexto, son los trabajadores quienes están más expuestos a los riesgos que genera. Esto puede producir mermas en la productividad debido al cansancio, fatiga y por enfermedades relacionadas al calor, lo que plantea importantes desafíos para las empresas y para las organizaciones de trabajadores. Entonces, ¿qué hacer frente a estos eventos?

Eso fue lo que buscamos responder junto a Patrizio Tonelli y Valentina Ramírez en un estudio financiado por la Mutual de Seguridad CChC. Para ello, recopilamos cerca de 200 artículos científicos y reportes, junto con entrevistas a actores claves, para pesquisar cuáles son las principales medidas de mitigación que se recomiendan.

Para ordenar los hallazgos, las dividimos en medidas administrativas, ingenieriles e individuales para organizar los hallazgos. En el plano administrativo se recomienda evaluar los riesgos, considerando las características del trabajo, del entorno y de quienes lo realizan. A partir de ello, se necesitan planes consensuados que incluyan protocolos de prevención y respuesta, sistemas de alerta temprana, monitoreo fisiológico y programas de aclimatación que permitan una exposición gradual al calor. También es importante reorganizar la jornada mediante pausas periódicas para hidratarse y descansar, definir horarios que eviten los peaks de temperatura, rotación de tareas y ritmos de trabajo ajustados al esfuerzo. Adicionalmente, se debe complementar con capacitaciones que permitan reconocer síntomas, actuar ante emergencias y promover hábitos de hidratación y autocuidado.

En paralelo, las medidas ingenieriles apuntan a transformar el propio espacio de trabajo. Esto incluye infraestructura que reduzca la exposición térmica: ventilación adecuada, áreas sombreadas, zonas de descanso frescas, acceso permanente a agua fría y sistemas de refrigeración. También contempla el uso de elementos de protección personal adaptados a cada labor: ropa holgada y de colores claros para trabajos al aire libre, prendas con ventilación o tecnologías que disminuyan la temperatura corporal, sombreros de ala ancha y bloqueadores solares. Estas soluciones permiten disminuir la carga térmica y resguardar la salud sin detener completamente la actividad.

Finalmente, las medidas individuales requieren de supervisores atentos, gerencias comprometidas y trabajadores que adopten las prácticas preventivas. La hidratación adecuada, los descansos regulares, evitar bebidas gaseosas o estimulantes, fumar, reducir esfuerzos intensos y respetar los ritmos propios son acciones que pueden prevenir accidentes y enfermedades relacionadas al calor. También es necesario usar correctamente los equipos de protección y reconocer señales de alarma para actuar a tiempo.

Por último, es importante considerar que su efectividad requiere de una cultura que ponga a la salud en el centro de la organización del trabajo desde una perspectiva preventiva. Para ello se debe concientizar tanto de empleadores como de trabajadores para tomarle el peso a los riesgos del cambio climático; promover el diálogo social, incluyendo a todas las voces, especialmente a aquellas personas más vulnerables; y atender a las particularidades de cada uno de los trabajadores/as. De esa manera, es posible que los costos y beneficios de la adaptación sean equitativamente compartidos.

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