El país está desorientado respecto a la reforma al sistema de pensiones que se discute. El proyecto contradice la opinión de quienes han estudiado el problema durante muchos años y tiene débil sustento técnico.
Al tratarse de una iniciativa que debe tener una realista mirada de futuro, especialmente en vistas a la evolución de la población y los resultados económicos agregados, debe consultarse un diseño lejos de slogans y definiciones voluntaristas.
La discusión en la Cámara de Diputados no ha ayudado a clarificar estos temas, sino más bien ha contribuido a mayor confusión. Por un lado, se rechazó la idea del “3+3” acordada en círculos políticos para el destino de las cotizaciones adicionales que deberán efectuar las empresas a los fondos de pensiones, rechazándose también la idea del estado inversor, proyectada para manejar los fondos de pensiones. Pero se creó un Seguro Social y un incremento de la PGU sin especificarse los fondos de financiamiento, sino entregado la decisión a un posible pacto fiscal.
Además, también se aprobó el “autopréstamo” de los cotizantes en AFPs, sin estar muy claro cuál es la relación de esto con la reforma del sistema de pensiones. Con razón el Ministro de Hacienda expresó que esperaría una discusión en el Senado que “sea más sensata, más sustantiva y… más convergente”.
El proyecto en sí parece haber perdido su norte cual debiera ser una solución sustentable en largo plazo para el sistema de pensiones, se han abierto muchas más preguntas sin dar respuesta a las cuestiones fundamentales que interesan a la ciudadanía, especialmente a nuestros jubilados.