Se ha señalado que los tres retiros previsionales desde las AFPs (años 2020-2021) han contribuido a la inflación y que de ocurrir un nuevo retiro (varios proyectos de ley ad-portas), esto generaría más inflación. Estos retiros sumados al incremento del gasto público de la época alcanzaron los 180 mil millones de dólares. Es decir, un impulso sobre la demanda agregada equivalente al 60% del PIB. Aumentó en cierta forma el poder adquisitivo, pero a corto plazo mientras se iba fraguando una mayor inflación posterior.
Esto es correcto en cuanto a que los retiros generaron más inflación, pero es una visión parcial.
Así en el 2022 la inflación anual fue del 12,8%, lo que obedeció además a un crecimiento histórico del gasto público del 30% en 2021 (no había opción en pandemia ante la caída de los ingresos de las familias).
El punto de fondo es que los retiros previsionales son una mala política pública porque se han drenado las cuentas de capitalización individual con lo cual la pensión futura será menor.
Además, queda un mercado de capitales menos líquido para la inversión, y esto ha impactado negativamente las tasas de interés de los créditos hipotecarios y créditos comerciales a empresas. Ambas variables relacionadas a la inversión, la cual aun no despega en este 2024.
Pero con los retiros del 2020-2021 existieron sectores claramente ganadores, lo cual es refrendado por numerosos estudios: se disminuyó la mora en la banca y en el retail lo que reactivó el consumo y aumentaron los saldos vistas, y además los emprendedores pudieron acceder a financiamiento fresco para persistir en sus proyectos y/o disponer de capital de trabajo, mientras la crisis con pandemia aún existiera. Pero esta dinámica de retiros previsionales evitó que la economía se contrajera aún más el año 2020 iniciándose el 2021 una recuperación con desequilibrios. Esto es una alta inflación, sobre los dos dígitos y la posibilidad de que no se cerrará a corto plazo la grieta fiscal, lo que finalmente no ocurrió dado los mecanismos de control de la regla del balance fiscal estructural. Esta es una institucionalidad fiscal creada para separar los ingresos estructurales del fisco de largo plazo de los ingresos transitorios. De no cerrarse la brecha fiscal (es decir más déficit fiscal y más deuda pública interna y externa), el fisco se tiene que financiar más de lo conveniente en el mercado de capitales presionando al alza las tasas de interés y retrasando la tan deseada recuperación económica.
Las personas en pandemia necesitaban recursos (incluidos los previsionales) por las restricciones económicas, y aunque posteriormente la inflación se desató, la economía se volvió a levantar teniendo claro que era necesario iniciar un periodo de ajuste.
Pero estos retiros desde las AFPs fueron una oportunidad única para poner un dique a un enfriamiento mayor de la economía cuando todo el comercio internacional estaba debilitado. No obstante, ex post, la política de los retiros debió haber sido restringida a montos menores, y cerrando la puerta a nuevos retiros previsionales.