Han pasado más de seis décadas desde que se organizó en Chile el acontecimiento deportivo más importante de la historia de nuestro país en ese ámbito: El Campeonato Mundial de Fútbol de 1962.
Un hito que hasta la actualidad se recuerda por aquellos que pintamos canas y que prácticamente no existe en nuestra juventud, pese a que los actuales tiempos permiten recorrer la historia con mucha facilidad producto de las plataformas que ellos mismos usan día a día.
La gran mayoría de esos dirigentes y actores en general miran desde arriba cómo hoy el fútbol se maneja, se organiza y se muestra y me imagino que más de un desagrado debe producirles lo que estamos viendo en la disciplina del balompié.
No les debe gustar, sin dudas, pero pienso que debe darles una satisfacción plena que con condiciones tan precarias como las que existían en esa época, hubieran sido capaces de llenar los estadios, de darle una gran alegría a los chilenos por el tercer lugar y más pletóricos deben estar a la diestra por haber sido reconocidos en todo el mundo por aquella organización impecable, sin manchas, sin intermediarios ni representantes, en un torneo en que solo se disputaba con 16 países.
Hoy, después de más de sesenta años, estamos ad portas de la organización de un acontecimiento que puede marcar nuevamente un hito en el deporte en nuestro país, los Panamericanos y Parapanamericanos 2023.
Serán más de ocho mil personas las que nuestro país recibirá para que participen en esta justa deportiva, cifra que no es menor si se tiene en cuenta que son innúmeras las necesidades para poder estar al día con unos juegos que, en la actualidad, están muy modernizados.
Los más bisoños, seguramente no conocen que Chile ya tuvo esta honrosa nominación y que por diversos motivos no pudo cumplir.
En 1971, Chile se ganó el lugar de organizar los juegos de 1975, pero un año más tarde, la junta militar que estaba al mando de nuestro país, decidió que no era el momento para poder realizarlos y fue Ciudad de México quien se llevó el ansiado anhelo deportivo.
La Organización Deportiva Panamericana, ODEPA, en 1981 le da la posibilidad a Chile de organizar los juegos de 1987, pero una vez más la vergüenza viste al deporte chileno: situaciones económicas y efervescencia social se argumentaron para el nuevo rechazo.
Se quiso enmendar el rumbo para los del 2019, pero la negativa carga que teníamos nos pasó la cuenta y la ciudad peruana de Lima se llevó la opción.
Estoy seguro que hoy, en la actualidad, somos capaces de tener una organización de lujo, incluso por encima de los resultados deportivos, que, sin duda, también son importantes, pero un éxito organizativo, podrá borrar en parte aquella decepción de la historia y además nos permitirá recurrir a aquel vetusto adagio de que “la tercera es la vencida.”