A diario salgo a las calles y me enfoco en qué tan seguras son. Es fácil ver señaléticas en mal estado, calles deterioradas, y últimamente con el estallido social, intersecciones en las que persiste la ausencia de semáforos. Sin embargo, hay un factor que no vemos directamente: la falta de seguridad en los automóviles.
De acuerdo a los registros de la Asociación Nacional Automotriz de Chile, en 2019 cerca de 370 mil autos 0 km fueron vendidos desde automotoras, lo que significó una baja del 10,6% si lo comparamos con 2018. Pero ¿Cuántos de esos compradores invirtieron en seguridad?
Claro está que desde 2017 que los airbags son obligatorios en los vehículos nuevos de nuestro país, no obstante, nadie se preocupa de eso. No es difícil deducir que se prioriza la marca, el modelo, o el simple hecho de que sea un cero kilómetro. Además, en vista y considerando la situación económica de las chilenas y chilenos, no se puede optar a algo más que a la versión básica o semi full, porque son millones de diferencia el uno del otro, lo que se resume en años de cuotas.
Sabemos que los autos cada año son más seguros, pero de todas formas nadie averigua las calificaciones internacionales del carro, donde se mide qué tan resistente a un accidente puede llegar a ser; pocos se preocupan si cuenta con airbag frontal y lateral, si usa frenos ABS, y si el armazón es suficiente para proteger a los pasajeros. El objetivo es lucir un auto deslumbrante. Parece algo cultural.
Incluso da la sensación de que las prioridades son distintas en un país que aspira, aún, al desarrollo. Como nación salimos de la pobreza hace años, pero ahora la mayoría está endeudada y, aun así, arriesgamos nuestra seguridad para aparentar que todo está funcionando de maravilla.
Al final igual terminamos usando un automóvil cuyos implementos no nos garantizan que estaremos ilesos en caso de colisión. Por tanto, sería una decisión muy sabia pensar en la seguridad, antes que en el brillo de un 0 km. No por nada, siempre debemos tener presente que podemos ser un excelente conductor o conductora, pero nadie nos asegura que el resto es igual de bueno y prudente que nosotros.
David Valenzuela
Periodista Radio Ucentral