En medio de un Chile convulsionado, hemos despedido con mucho dolor a un gran maestro de las comunicaciones: Antonio Márquez Allison. Periodista, publicista, bombero, ilustrador, creativo, profesor. Hombre multifacético y alegre, siempre estaba pensando en nuevos proyectos y su entusiasmo trascendía en todos los espacios donde estaba.
Muchos le conocieron como el «hombre del tiempo», ya que hace unas décadas nos contaba por la televisión cómo se comportaría el sol o la lluvia. Pero, si hay un concepto que lo define en toda su magnitud es el de maestro, porque eso fue en esencia. Siempre tuvo una sonrisa, dispuesto a ayudar y a entregar su conocimiento a los miles de estudiantes que formó. Historiador empedernido, entusiasmó a los jóvenes con sus relatos y les motivó a ser críticos y a saber más allá de lo que simplemente se ve.
Amaba lo simple de la vida y disfrutaba de lo sencillo en sí mismo que era vivir. Fue un hombre con vocación, generoso y bondadoso. Un ejemplo que nos invita a ser transparentes, honestos, más humanos, a vivir el día intensamente, a luchar por la verdad, por nuestros ideales y convicciones.
Defensor de la paz, de los Derechos Humanos, de la justicia y de la verdad, su ejemplo nos inspira a seguir creyendo en el camino de la formación y la educación, con valores profundos, a marcar huellas y a trascender. Somos muchos los que agradecemos su legado y, si bien no nos conformamos con su partida, hemos tenido que despedirlo con la convicción que siempre inspirará nuestra misión de enseñar a otras generaciones de comunicadores y comunicadoras. Hasta siempre querido maestro.