El profesor y poeta chileno Cristián Warnken, ha iniciado una cruzada para reivindicar la imagen y obra de Gabriela Mistral, tantas veces vapuleada por acciones que no vale la pena mencionar, porque en realidad, avergüenzan.
Dado el momento histórico en que escribe, la Premio Nobel de Literatura se expresaba sobre este nivel educativo como el “kindergarten”, por la gran influencia que ejerció en ella la profesora, Fidelisa Casals.
Sus vínculos con el nivel, fueron aumentando con sus observaciones en los Liceos de Niñas de Antofagasta, Los Andes y en las escuelas en México; también sus lecturas, entre ellas las obras de María Montessori y del Dr. Decroly a quien visitó en 1926 en Bruselas, escribiendo dos artículos que tuvieron amplia difusión en publicaciones chilenas y de toda Latinoamérica. Además, inauguró dos jardines infantiles, uno en Puerto Rico y otro en México. Pero lo más importante, es su pensamiento sobre el valor de este nivel, lo que expresó en discursos y escritos del tema.
Para empezar, plantea una reivindicación permanente sobre el niño y sus capacidades: “él inventa tanto como aprende“; la concepción sobre la labor de las maestras: “ustedes maestras, son las únicas en las cuales se cumple de veras la vieja frase de que la maestra es una madre lateral y a veces corregida y aumentada. Esta asimilación que crea un ser doble, hecho de saber y de amor, es una pura maravilla”; la importancia educativa de la familia: “tenéis derecho madres a sentaros entre las maestras y a discutir con ellas la educación de vuestros hijos“; y sobre el nivel: “siempre tuve la pasión por el kindergarten. Es el único logro de infantilización del medio escolar y es la reacción más briosa contra la pedagogía formal, tiesa y muerta”.
Hoy a casi 80 o 100 años de estos pensamientos, los piececitos de niño están cubiertos y la alimentación llega a ellos con los servicios estatales, pero no a todos aún, ya que la cobertura de atención no es universal; lo educativo avanza, pero no lo suficiente en equidad y calidad; ¿las educadoras de párvulos?, aún no tienen el reconocimiento social y económico que tienen sus demás colegas del sistema educativo por su complejo trabajo.
Se mantiene la deuda para el sector; necesitamos gestos más claros y directos de todos para que la educación de la primera infancia sea lo que requieren los niños, niñas y el país. Por ello, invitamos a las diversas mesas de trabajo instaladas en los proyectos en trámite, a las autoridades, a los parlamentarios y organismos sociales a apurar el paso sin transar en la calidad de las propuestas. “El niño es ahora”, escribió Gabriela en 1944 y estamos atrasados con ellos y con sus educadoras también. Ya se ha esperado mucho y el ‘ninguneo’ que acuñó dolorosamente la Maestra, no le hace bien a nadie. Menos a quien educa.
Victoria Peralta
Académica Facultad de Educación, U.Central