Hace unos días escuché dos frases: “…esto está tan mal redactado que Chile podría verse impedido de jugar una Copa América” y “¿Qué vamos a hacer con los trabajadores de Conaf cuando estén apagando un incendio, les vamos a decir que se acabó la jornada?”.
No eran comediantes, se trataba del ministro del Trabajo, Nicolás Monckeberg y el diputado de la UDI, Patricio Melero, en plena discusión del proyecto de reducir la jornada laboral a 40 horas. Así es, personas que suponemos tienen una preparación y nivel educacional tal para afrontar una discusión política con datos técnicos.
Si hacemos el simple ejercicio de buscar el significado de la palabra “política”, lo primero que encontrará es: “Ciencia que trata del gobierno y la organización de las sociedades humanas, especialmente de los Estados”.
¿Leyó bien? Dice que es una ciencia, es decir: Rama del saber humano constituida por el conjunto de conocimientos objetivos y verificables sobre una materia determinada que son obtenidos mediante la observación y la experimentación… Eso se encuentra en google en un ejercicio simple y fácil.
El fondo de las palabras del ministro y del diputado están lejos de estos significados, estoy convencido que es el reflejo de la mediocridad del Chile construido en las últimas décadas. Es el espejo del nivel cognitivo e intelectual de la sociedad.
Suena fuerte y crudo, pero doy un solo ejemplo: Miles de chilenos marcharon por NO +AFP y finalmente se eligió al gobierno que promueve precisamente el actual sistema de pensiones. El análisis profundo hágalo usted.
Sigamos, Sebastián Piñera comenta sus proezas sexuales arriba de un tren, el ex Ministro de Educación, Gerardo Varela, sugiere un BINGO para mejorar la infraestructura de un establecimiento. La vocera de Gobierno, acusa a todo el P.S de tener vínculos con el narcotráfico, Gustavo Hasbún dice que el aborto acabaría con la Teletón, Camila Flores argumenta que los países serios se están saliendo de la ONU. Y el ex subsecretario de Salud postula que los adultos mayores van a los consultorios de madrugada para hacer vida social. Suma y sigue.
Aristóteles sostuvo que el hombre es un animal político, por lo tanto, el arte de parlamentar es básico para el buen entendimiento, pero este debe ser en el contexto de los conocimientos objetivos cosa que se produzca lo que Habermas define como la Acción Comunicativa que permite relacionarse en el espacio público.
Uno supone que desde ahí se construye con miras al bien común y en definitiva gobernar para la ciudadanía y no para el sector al cual se pertenece. No es sano que la mentira se normalice como un instrumento de poder, hay que salir de ese terreno de dominación colonial, donde lo esencial quedaba sumergido en el silencio.
Ya lo dijo Eduardo Galeano alguna vez: “América Latina es víctima de una conspiración del silencio y la mentira”, para romper eso hay que entender que ellos trabajan para la ciudadanía y tenemos la obligación de exigirles hacer bien la pega para que se configure el país que se merece la mayoría de los habitantes de este territorio y no aquel que ha hecho la elite dominante planteando sus términos en una democracia rancia, corrupta y solo para unos pocos.