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Día del Hombre

Cada 19 de noviembre se conmemora el Día Internacional del Hombre, una fecha que a veces pasa desapercibida, pero cuya relevancia se vuelve cada vez más evidente en un mundo que exige nuevas miradas sobre la identidad, las relaciones de género y el bienestar emocional. El lema de este año, “Celebrando a los hombres y a los niños”, nos invita no solo a reconocer contribuciones sociales y familiares, sino también a reflexionar sobre cómo las masculinidades pueden transformarse para mejorar la vida de quienes las encarnan y de quienes los rodean.

Los objetivos de esta conmemoración están organizados en seis pilares que funcionan como una hoja de ruta para repensar la experiencia masculina en sus distintas etapas de vida.

Primero, se propone promover modelos masculinos positivos. No se trata únicamente de héroes deportivos o figuras mediáticas, sino de hombres comunes: trabajadores, cuidadores, profesores, conductores, padres y hermanos que construyen comunidades desde la decencia y la responsabilidad. Valorar estas historias cotidianas permite ampliar el imaginario de lo que significa “ser hombre”.

El segundo pilar invita a celebrar las contribuciones positivas de los hombres en la sociedad, la familia y el medioambiente. En un contexto donde muchas veces se resaltan los errores, reconocer lo que sí funciona —el cuidado, la corresponsabilidad, la solidaridad— abre espacio para motivar cambios culturales sostenibles.

El tercero —quizás el más urgente— apunta a centrarse en la salud integral de los hombres, especialmente la salud mental. Hoy sabemos que los hombres suelen pedir ayuda menos que las mujeres y que las expectativas tradicionales de fortaleza, silencio y autocontrol extremo pueden convertirse en barreras para buscar apoyo. Romper estas barreras es un paso indispensable para disminuir tasas de suicidio, violencia, consumo problemático de sustancias y aislamiento emocional.

El cuarto pilar aborda la necesidad de visibilizar la discriminación o sesgos que también pueden afectar a los hombres, ya sea en servicios sociales, en la justicia o en expectativas sociales rígidas. No se trata de competir por quién sufre más, sino de reconocer que todas las formas de discriminación dañan el tejido social y deben ser discutidas sin tabúes.

El quinto pilar busca mejorar las relaciones de género y promover la igualdad, entendiendo que la equidad no es un juego de suma cero. Hombres y mujeres ganan cuando los roles tradicionales se flexibilizan, cuando las tareas del hogar se comparten y cuando las emociones dejan de ser territorio prohibido para ellos.

Finalmente, el sexto pilar proyecta un horizonte ambicioso: construir un mundo más seguro, mejor y humano, donde todas las personas —incluidos los niños y jóvenes que hoy buscan referentes— puedan desarrollar su potencial sin quedar atrapados en la “caja” de las masculinidades tradicionales.

La tarea de transformar las masculinidades no implica negar lo que ha sido, sino abrir caminos hacia lo que puede ser. Una masculinidad positiva es aquella que permite a los hombres mostrarse vulnerables sin vergüenza, ejercer cuidados sin culpa, vivir relaciones igualitarias sin miedo y pedir ayuda sin sentirse menos. Es también la base para una mejor salud mental, especialmente para niños y jóvenes que crecen observando y repitiendo los modelos disponibles.

En este Día Internacional del Hombre, vale la pena recordar que no celebramos la imposición de estereotipos, sino la posibilidad de liberar a hombres y niños de moldes estrechos que ya no responden a los desafíos contemporáneos. Celebrarlos es reconocer que su bienestar emocional, social y físico importa; pero, sobre todo, es afirmar que una sociedad más justa también requiere nuevas formas de ser hombre.

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