Cuando se habla de los efectos del CoronaVirus en la economía, todos los analistas ponen el acento en lo desastrosos que serán a nivel mundial. Y es cierto que las consecuencias tras el paso de la pandemia pueden ser nefastas, pero, así como se habla de aplanar la curva de contagios, en términos sanitarios, así también debería instalarse la misma noción en términos económicos: aplanar la curva de pobreza.
La disposición de cuarentena y los múltiples llamados de la autoridad sanitaria a quedarse en casa, tienen como fin último no sobrecargar el sistema de salud, de manera tal que cuando ocurra el peak de contagios, los diferentes recintos hospitalarios tengan la capacidad de funcionar sin verse expuestos al colapso.
Así mismo, la economía también debería acogerse a una suerte de cuarentena; una pausa cautelada por el esfuerzo público y privado en torno a un bien mayor cual es la salud de la población. En Chile, se ha instalado la idea de que no se puede hacer una cosa sin descuidar la otra. Es un falso dilema ético que puede resolverse con medidas económicas como el aumento del gasto fiscal para proteger a las industrias y los empleos de miles de chilenos que se verán expuestos a la pobreza cuando pase la pandemia.
Siempre se ha dicho que pese a todos los vaivenes internacionales, tenemos una economía sana y resiliente. Es momento de demostrar que se puede proteger la economía sin descuidar la salud. Quizás sea una lección más del CoronaVirus.
Catalina Maluk Abusleme
Directora Escuela de Economía y Negocios, U.Central