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Cerezas y la Sustentabilidad Social

Recientemente el Banco Central ha publicado las cifras de exportaciones del 2024. Aquí hay varias cosas que llaman la atención. Por ejemplo, los ingresos por litio cayeron 48% respecto al 2023 (dada la caída en el precio internacional del litio) lo cual llama a hacer cautos respecto a la proyección de ingresos fiscales. Algo que ya ha sido abordado por la Dirección de Presupuesto (DIPRES) y el Consejo Fiscal Autónomo (CFA).

En este Informe 2024, las exportaciones totales corresponden a un tercio del PIB. Mientras estas aumentaron un 5,9% el 2024, la minería lo hizo en un 17% con un gran desempeño. A su vez los alimentos exportables (trucha, salmones, carnes, congelados) tuvieron un comportamiento plano e incluso negativo en algunos ítems.

Por su parte los productos frutícolas se expandieron 28% alcanzando los 8 mil millones dólares. De estos, notablemente 3 mil millones de dólares corresponden al boom de los cerezos (un 51% de incremento respecto al 2023), algo que se ha visibilizado mucho en prensa local, no obstante, se hace poco énfasis en las condiciones laborales de esta industria.

Ciertamente el Año Nuevo Chino ha sido el principal impulsor de la demanda de cerezas, siendo Chile responsable del 90% de la oferta del hemisferio sur. Los crecimientos exponenciales han llevado a duplicar las hectáreas plantadas de cerezos. Aquí un riesgo importante es la alta concentración de exportaciones al mercado chino. De ahí que las autoridades gremiales de este rubro ya están trabajando en la diversificación de los mercados de destino. Un tema que emerge siempre en la industria agrícola es la aplicación de practicas sustentables. Aquí el uso del agua emerge como un desafío no menor. Aunque los cerezos requieren menos agua que las paltas (de acuerdo con los especialistas), el aumento de las hectáreas plantadas ha transformado a este fruto en un en monocultivo. Con todas las ventajas y costos que esto significa en cuanto a la presión ambiental por el aumento significativo de la extensión de las superficies plantadas.

Por otra parte, existe escasez de mano de obra para los trabajos de cosecha en los cuales en ocho semanas existe una alta concentración de la producción, lo que sumado a inesperados problemas logísticos podrían deteriorar la calidad de la cereza y afectar su precio. Esto ha llevado a la feminización de la mano de obra en conjunto con la atracción de migrantes de diferentes nacionalidades para trabajar en los cerezos. Aquí la mano de obra boliviana a través de la visa temporal Mercosur esta posibilitando cubrir esa escasez de mano de obra. La contribución de la migración a esta industria y a la economía como un todo es insoslayable tal como lo reconoce el empresariado. La coordinación con las agendas del Estado es vital por tanto para tener un proceso ordenado de visas temporales.  El trabajo en la industria de la cereza es altamente demandante (horarios de madrugada) y se requiere además cierta especialización para el manejo de esta fruta. Y a pesar de estos espectaculares retornos de la exportación de cerezos, persisten algunos problemas relacionados con la formalización del empleo y el cumplimiento de las leyes laborales. No obstante, las empresas del sector señalan que tienen sobre ellos una fiscalización laboral que a veces parece ser excesiva, incluso cumpliendo la reglamentación legal de los contratos temporales.

Este problema en la agricultura se reconoce como un problema global (no solo en Chile) el que abarca condiciones de trabajo duras y en algunos casos incumplimiento de normativas laborales (Organización Internacional del Trabajo; OIT).

 Esta es una industria que esta creciendo a ritmo acelerado, beneficiando a la sociedad con la creación de empleo, con la incorporación de nuevas tecnologías, aportando impuestos y divisas para el Estado, entre otros. Realizan ingentes inversiones para el mejoramiento genético de este fruto, para tener variedades resistentes al cambio climático y además han desplazado la producción más hacia el norte (Ovalle, por ejemplo) y hacia el sur (Osorno) buscando la madurez más temprana y/o tardía de la fruta y así aprovechar las diferentes ventanas de la demanda china. Esto lleva a una corriente de innovaciones en el marketing, la logística, el financiamiento y en sus modelos de negocios. No obstante, todo esto no sería posible sin una mano de obra con cierta especialización en los diferentes procesos asociados a la producción y exportación de cerezas. La sustentabilidad por tanto debe abarcar inequívocamente las condiciones de los temporeros en esta industria de modo que puedan tener lo que se denomina un empleo decente. Y aunque en poco tiempo reciben pagos relativamente altos estas actividades, agrícolas no se debe dejar de hacer cumplir las leyes (“el marco social”) laborales, sobre todo en una industria que esta siendo rentable. Claramente, es una industria que se ha construido a si misma, que tiene riesgos exógenos (el clima, las barreras comerciales) y riesgos endógenos propios del negocio en cuestión (por ejemplo, la capacidad logística es una variable critica para el éxito de esta industria, la que abarca envíos por aviones y barcos).

Finalmente, es preciso recordar que: cuando un país exporta bienes, no solo los exporta, sino en conjunto con ellos exporta su modelo social”. Lo cual es una señal de confianza que se entrega al resto del mundo y que va de la mano de la marca país que se desea construir en los diferentes subsegmentos del sector exportador. Por tanto, hacer más visible las condiciones laborales en el sector exportador es un imperativo de política pública para así promover la sustentabilidad en toda la cadena productiva del sector exportador (incluyendo a la mano de obra temporera). Se vuelve así un requerimiento legal y ético que probablemente en la gran mayoría de los casos ha sido bien administrado y resuelto por estas empresas agrícolas, pero que aún queda mucho por hacer.

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