Con razón se indica que la acción exterior del país debe ser implementada bajo la noción de una política de Estado. En esta perspectiva la continuidad y la transversalidad en su diseño y aplicación deben ser una máxima a cumplir.
Lo ocurrido en una comisión de la Cámara de Diputados y Diputadas con el embajador de Israel se aparta de la conducta indicada, no sólo por no dar un trato adecuado a un representante de un país con el cual Chile tiene relaciones diplomáticas y que había sido invitado a comparecer a aquella instancia parlamentaria , sino también por un tema de fondo, cual es, que de forma constante y con aceptación amplia en el espectro político del país, se ha procurado no traer al ámbito interno el conflicto palestino-israelí.
Entre otras razones, para asumir la conducta señalada, está la valoración que tenemos por la presencia gravitante de población de ambos orígenes entre nosotros y la búsqueda de una relación de respeto entre dichos grupos.
La posición oficial asumida por nuestro Estado, implementada por gobiernos de distintas tendencias, ha sido contribuir a una solución pacífica de la controversia existente, asumiendo en plenitud las resoluciones de la Organización de Naciones Unidas y el apoyo a la existencia de dos Estados independientes y con fronteras seguras.
A esta línea de acción debieran sumarse todos quienes tienen responsabilidades públicas, particularmente cuando actúan oficialmente como integrantes de un poder del Estado. Las estridencias y conductas que generan innecesaria tensión no colaboran al propósito diseñado por Chile, frente a un conflicto que ya se extiende por demasiado tiempo y que ha cobrado tantas víctimas.